martes, 31 de enero de 2012

Una realidad o una ilusión, entre saltos y vuelos

Para los que lo lean


Para quien tenga ganas de tomarse el tiempo de leer este cuento que escribí a mediados de 2011, es un poco largo, pero es uno de los cuentos en los que estuve trabajando este ultimo tiempo, espero les guste (A quienes lo lean).


Una realidad o una ilusión, entre saltos y vuelos











Del Nido, leyendas de Cucos








Desde sus primeros recuerdos Olof había tenido una constante doble vida que seguía su curso irremediablemente, cada vez que se dormía era diferente, tenía alas negras, un pico de pájaro, y vivía en una jaula sin ventanas, donde había sido educado por su guardia, un ángel de alas gastadas, cicatrizadas, blancas, de plumas un tanto quemadas, y un rostro perturbado y raro, su nombre Damián, quien lo visitaba tras las rejas, del lado del mundo exterior.

Desde sus días de infancia, camuflado en la escala de grises de las sombras de su celda, el niño pájaro Olof oía las historias de Damián, que le explicaba porque el plumaje de sus alas era negro, y porque tenía un pico en lugar de una boca.

Cabe aclarar que cuando despertaba, desde pequeño Olof era el amigo imaginario de un joven llamado Adrián, y aunque en su mundo tuviera esa condición, jamás había desaparecido, de algún modo era real.
 
Pero una noche en la torre oscura de los ángeles, donde ellos vivían en lo alto junto a las jaulas de los prisioneros hombres pájaros, Damián le habló al hombre pájaro Olof sobre el misterioso mago que había hecho la torre para que los ángeles guardianes protegieran, sin saber porqué, a los humanos, o a los hombres pájaros que parecían permanecer resignados, como canarios cantores, en la soledad del reducido cosmos de sus jaulas. 

 
El ángel conjeturaba con su frente constreñida, que el indescifrable mago en sus experimentos extraordinarios parecía haber cometido un error, no por crear hombres pájaros de naturaleza libre, a quienes se les destinó finalmente el encierro sin enfrentar a sus ojos, simplemente por imponérles la pena del olvido, un lugar donde solamente tenían una cama, y un ángel guardián que noche y día, volaban para llevarles crayones, algo para comer y beber, alguna flor o una palabra bella, y sus presencias abstractas.
Había tenido que rebuscárselas robando crayones de los humanos y llevárselos a Olof para que pintara, y una flauta con la cual componer canciones entre las rejas.

El mundo que este joven pájaro Olof había conocido desde su nacimiento era una jaula de horizontes, desde donde todo comenzaba y terminaba, allí había aprendido de su único compañero a deducir una ilusión que no lo separaba de él mas que por un numero de rejas.
Así le envolvía una sensación inmensa de anuencia, ya su meta era terminar el día después de dibujar ángeles y pájaros con su único amigo, traspasando sus manos entre las rejas para intercambiar hojas y crayones, acariciando la textura de los papeles dibujados, decidió compartir su secreto con Damián, a quien le dijo saber que despertaría en otro lugar cuando se durmiera. Ambos estaban agotados, y el sonido imperceptible del fuego de las velas les arruyó en la chispa de su canción deslumbrante.
A pesar del respeto o miedo que se suponía que debía transmitir como guardián hacia Olof, Damián no pudo contener el sentimiento de empatía que había forjado hacia éste, y lo asoció de inmediato con una sensación de peligro, representada por su sola presencia ante toda una inmensa humanidad, por lo menos tan imperfecta como ellos dos.


Las veces que Olof quiso intentar persuadir a su ángel de que lo dejara salir de su jaula, sólo recibió como respuesta una negativa, realmente sospechó que a su manera lo protegía, que los humanos deberían haber sido crueles con él, para que Damián prefiera pasar casi toda su vida junto a su jaula.


Olof ya era un pájaro adulto, y confiaba ya sin deliberar en su guardián, quien no le propiciaba un momento para desconfiar de su palabra, sin que hiciera falta demasiado para que se convenciera de que lo mejor era permanecer allí.
Algunas veces Damián le preguntaba como era despertar en el mundo imaginario de los humanos, mientras Olof le preguntaba como era volar despierto entre humanos, mientras él se rascaba sus negras alas inhabilitadas entre esas rejas, después se reían.
-Los humanos son cucos capaces de quemarnos las alas, son capaces de cualquier clase de destrucción- dijo Damián en un tono alborotado y sombrío de voz.

Olof se ahorró la cordialidad que filtró en la fija frialdad de su mirada que se repitió en el reflejo de los ojos chasqueados de Damián, y respondió:   
-Ustedes los ángeles, tienen alas y se quedan al borde de nuestras jaulas, como si fueran los prisioneros, me pregunto si no nos dejan salir a nosotros los pájaros, porque tienen miedo de que los abandonemos.

Siempre después de un día largo, el hombre pájaro Olof comenzaba a sentirse cansado, y cuando cerraba sus ojos por un rato su cuerpo comenzaba a sentirse flotando, como si finalmente estuviera libre, volando, sólo entonces al abrir sus ojos ya sus alas negras no le hacían falta, Olof despertaba, con un nombre y una ventana abierta hacia un mundo grande que pensaba recorrer.







Imaginado, en la realidad






Cabe aclarar que desde pequeño Adrián conocía a Olof, su amigo imaginario, que desde entonces nunca había desaparecido, ni abandonado su lado.
En medio de sus vacaciones dentro de un mundo, según contra que se lo mida, grande y pequeño, el verano ocurría.
Sucedió durante el ocaso del sol, que en el horizonte de un pueblo cercano a una montaña, con los olores de su asfalto y de su tierra ya impregnados entre las palabras dichas, demasiado cansado estaba Olof, cuando llegó con su amigo al cuarto del hotel donde pasarían dos noches, antes llegar a una función donde Adrián anunciaría públicamente la existencia de seres imaginarios, o seres invisibles a la vista de la mayoría, advirtiendo una sorpresa para el publico y otra para Olof, que estaba convencido de que no sorprendería.
Cada uno se dio un baño antes de ir a las dos camas compartidas que se repartirían entre ellos y los dos otros amigos de Adrián. 
Uno de ellos encendió la televisión, y dejó una película repetida repetirse una vez más, sin interés en mirar la pantalla, todos estaban ya tapados con sus frazadas en medio de la noche, el calor agobiante era encubierto por el frío de un aire acondicionado que les hacía ignorar el clima tan que hacía afuera.
A pesar del cansancio, Olof no conseguía dormirse, mantenía sus ojos cerrados cavilando entre la fatiga de un injusto insomnio que lo mantenía consciente entre silencio con los otros, que ya dormidos, era como si ya no estuvieran compartiendo la misma habitación.
Olof pensaba en el poco tiempo que le quedaba para volver al otro mundo, donde era un hombre pájaro, su mente se rehusaba a quedarse dormido y junto con la obstinación de una existencia improbable para alguien más que no fuera su amigo Adrián, comenzó a notar que algo extraño ocurría con el aire acondicionado, se escuchaba como si se encendiera y se apagara, el sonido de la perilla moviéndose al compás del funcionamiento misterioso de ese aparato, pero sólo él permanecía despierto para atestiguar estos eventos.
Miraba el teléfono móvil de su amigo para corroborar la hora, eran ya las 2 AM, cerró sus ojos, y cuando casi estaba dormido comenzó a oír en un leve tono un conjunto de curiosas voces y risas erráticas manifestándose dentro de la habitación, cada vez más cerca de sus oídos. Cuando quiso abrir sus ojos ya no podía despertarse.
Giró su cabeza en busca de alguna señal de su celda de pájaro, sin embargo tampoco le fue posible. Comenzó a dar sus primeros pasos en la habitación oscura, el aire acondicionado estaba apagado completamente, se acercó a él, movió la perilla hasta encenderlo, y cuando se dio vuelta, escuchó nuevamente las risas, y fue instantáneamente que volvió a apagarse .
Una ola de pánico invadió de inmediato al imaginario Olof en ese momento, tan fuerte fue el impacto emocional que causó en su consciencia, que lo dejó inmóvil con el deseo de huir a la cama en busca de refugio, sabiendo que ya nada podría protegerlo de lo que estaba sucediendo.
Se dispuso caminar hasta el baño, allí encendió la luz, y para su sorpresa no estaba solo, aunque sus ojos no podían creer lo que discernían. Barney el dinosaurio estaba detenido frente al espejo, con su mirada perdida de disfraz, como si no supiera donde estaba parado o porque razón estaba quieto.
Olof conocía su famoso programa de televisión infantil, aunque no tenía la certeza de saber quien estaba detrás de ese extravagante dinosaurio irreal, cuyo programa solía mirar en su infancia de amigo imaginario, con su amigo Adrián, como no sabía hablar inglés, tuvo que preguntar en español:
-Barney, estas bien? Estas perdido? Puedo ayudarte? Conozco tu programa.
Pero Barney no parecía entender español, fue por esa razón que Olof repitió las mismas preguntas, y por lo cual recibió un movimiento como respuesta, y un sonido confuso que le pareció una risa, o una palabra en un idioma absurdo.
-Creo que te equivocaste de habitación Barney, no hay problema, podés quedarte, puedo explicarle a mis amigos- dijo Olof.
Salió del baño con la intención de no perturbar a Barney el dinosaurio, y al volver a la habitación caminando por el pasillo entre ambos. Se dio cuenta de que la distancia hacia la habitación parecía inalcanzable, dio la vuelta para volver al baño, pero ya no había ninguna puerta ahí, volvió a darse vuelta y se encontró frente a un inmenso mueble, inmenso como un edificio.


















El salto del conocimiento del conejo


















De pronto entre y sobre sus pies sintió que algo se movía, algo peludo a lo que apenas se atrevió a echarle un vistazo, cuando observó a la luz de la noche que entraba por la gran ventana del cuarto del hotel lo que parecían pequeños conejos, caminantes y saltarínes, el asombro se apoderó de él pero la curiosidad fue más fuerte, cuando se agachó a contemplarlos minuciosamente sintió una extraña sensación de encogerse, muy pronto estuvo ante a los conejos, ya preponderantes.

-Quienes son? Que hacen?- Preguntó Olof, aún asombrado por los hechos, se rascaba la barbilla desconcertado, mirando a esas raras y caricaturescas criaturas ejecutar sus habilidosos malabares y piruetas, como si presumieran sus destrezas ante un jurado importante.
Así, entre los saltos obstinados y constantes, comenzaron a parecerle deslumbrantes, audaces, cuando un extraño hombre conejo salió desde debajo del inmenso mueble donde la oscuridad era llana, se le acercó y preguntó:
-Es la hora en que las realidades se convergen, no lo sabias? Vamos al camino.
-Que camino?- Indagó después Olof atraído más que nunca en su imaginaria vida por una inmensa curiosidad.
-El camino por donde vamos a ir- respondió el hombre conejo.
Sin mas preguntas y con un gran entusiasmo Olof siguió a éste nuevo personaje entre la oscuridad.
-Porqué cambiaban la temperatura del aire acondicionado?- Preguntó Olof en medio de la oscuridad.
-Porque es divertido- respondió el hombre conejo mordiéndose los labios- Aún si no podemos atraer la atención de los despiertos siempre es divertido hacerles inquietar y verles rehusar del llamado de esta otra realidad.
-Que realidad es esta?- Indagó intrigado Olof- sé que en el mundo despierto soy solamente un insignificante amigo imaginario de un ser humano, aunque tengo la capacidad de percibir otras realidades, cuando duermo soy otro, un pájaro que vive en una jaula, eh sido criado por un ángel allí.
-Ninguna novedad- dijo el hombre conejo babeando- esta realidad alfa, es la dimensión entre el mundo despierto y el mundo dormido, y seguramente te preguntás, como puede ser que nunca hayas estado aquí antes? Si para dormir siempre debes pasar por acá. Bueno, la respuesta es muy sencilla, has estado aquí muchísimas veces, pero quizás ésta es la primera vez que tenés consciencia de ello. No preguntes los porqué, sólo da por hecho el absurdo y sigamos caminando entre la niebla.



Después de las palabras del hombre conejo, Olof recordó su altercado con Barney en el hotel, asumió que sus realidades se habían cruzado y que estaba tan perdido como se sentía divagando en ella.
-Estoy un poco confundido- dijo Olof, entre bostezos, mientras seguía a oído los pasos ciegos de aquel ser nuevo en su consciencia- cuantas realidades hay? Soy Olof o el niño pájaro, o soy los dos?
De pronto hubo cada vez un poco mas de luz, y llegaron a una sala donde había una puerta, y un espejo junto a una lámpara en la pared que iluminaba la cara del hombre conejo que hablaba con Olof.
-Muy bien- dijo el hombre conejo, con una mirada muy seria atendiendo la mirada expectante de Olof- esta es la puerta, pero antes tengo que decirte lo mas importante, vos sabes la verdad de dos realidades, ahora tenes el acceso a la conexión entre ellas a través de mí, para lograrlo es necesario que veas sin juzgar al espejo.
Cuando Olof se miró al espejo vió solamente al hombre conejo reflejado, y por mas que se movía, y tocaba a su compañero, el espejo no mostraba ninguna otra imagen.
-Muy bien, que notaste?- Preguntó el hombre conejo, con un tono serio, inquisitivo pero a la vez instructor.
-Sólo estas vos en el espejo, no hay reflejo de mi en él- replicó Olof, todavía asombrado por sus propias palabras.
-Bien, lo evidente no lo es, vas a tener que reconocer que soy tu imagen en esta dimensión- dijo entre aspavientos el hombre conejo, sonriendo con sus dientes y colmillos sobresaliendo de su boca.
Olof seguía mirando al espejo menos asustado que sorprendido de lo que estaba comprendiendo, el hombre conejo lo seguía en cada movimiento que hacía, quiso darse vuelta para regresar, pero allí encontró una puerta diferente o nueva. Volvió a darse vuelta, pero encontró otra puerta desconocida, y cada vez que se daba vuelta encontraba alguna puerta nueva, desesperado indagó en voz alta:
-Que esta pasando hombre conejo? Donde estoy? No puedo dar la vuelta!
-Claro que si- se oyó una respuesta en voz exasperada- es una vuelta muy larga, hay miles y miles de puertas que vas a encontrar hasta que des la vuelta entera, lo que te sugiero es que gires hacia el otro lado, si querés volver a la puerta principal.
-En el mundo despierto las vueltas son cortas, en una sola vuelta se vuelve al mismo lugar- dijo Olof.
El hombre conejo aun respondiendo atentamente dijo:
-Podes asimilar una “vuelta” con la idea de “volver”, pero “vuelta” es “ir” hacia un lado, cuando queremos “volver” giramos hacia el otro lado.
-Donde estoy? Voy a girar hacia el otro lado- dijo Olof.
Y puerta por puerta regresó hacia la puerta principal, donde vió al hombre conejo otra ves reflejado en el espejo, y volvió a indagar:
-Como es posible que seamos el mismo, si yo no tengo recuerdos de tu vida?
-Realidades fraccionadas, es un hecho, es tiempo de hacer una mitosis.
-A que te referís? Como vamos a unirnos?- preguntó Olof, ya sintiendo la curiosidad latir en sus ojos.
Sintiendo los dientes del hombre conejo en sus labios, Olof movió su boca y sintió la respuesta a su pregunta brotar:
-El mismo puente que nos separa es el que tenemos que cruzar para ser uno, hagamos la mitosis.
-Quien nos separó?- preguntó Olof
El hombre conejo desde su imagen en el espejo respondió:
-El mago que hizo torres y abismos, imágenes, formas, aciertos, errores y reflejos.
Olof se sintió sonreír como un hombre conejo, después agarró el picaporte entre sus manos ágiles, seguido de una mirada inspiradora hacia esa misteriosa puerta a la que había llegado, para observarla bien, con una sensación de lucidez suprema que le abría recuerdos en la mente al conocimiento de toda una vida que había olvidado. 
Abrió la puerta, dio un paso hacia adentro hacia un paisaje borroso, y entonces el hombre conejo ya tenía el nombre Olof.
Al atravesar esa puerta se enfrentó a una montaña de suelo esponjoso que le hacia hundirse y deslizarse hacia arriba, cayendo en respuesta a una nueva gravedad, que cómodamente no necesitaba comprender con palabras, experimentó una indescriptible sensación de libertad hasta el deleite, y antes de llegar a una cima se quedó dormido.









Una revuelta de Hombres Pájaros









Estruendos y golpes se oyeron, cuando al abrir los ojos, el joven pájaro Olof vió a un grupo de hombres pájaros intentando abrir su jaula a la fuerza, tratando de doblar las rejas, azotando la puerta, y mientras aquello ocurría, uno de ellos se asomó el pico entre las rejas, y comenzó a hablar, rápido y con la mirada de un halcón loco:
-Joven pájaro, hemos venido desde el pantano a rescatarlos, a librarlos de este cruel cautiverio, esta esclavización atroz, este preciso momento es crucial, puede que sea nuestra única oportunidad de liberar a los nuestros, la resistencia es inevitable, así que tendremos que matar o encerrar a los ángeles que sea necesario, vamos a sacarte de esta celda.

El joven pájaro, llevaba toda una vida imaginando el mundo exterior, privado de él, sin ningún crimen cometido, mas que el de su diferente apariencia con los blancos cuerpos, casi humanos, de los ángeles.
-Hay mas jaulas?- preguntó- hay mas cautivos?
El hombre pájaro de mas oscuro plumaje le respondió mientras doblaba con sus herramientas las rejas oxidadas de la celda de Olof:
-Hay miles, hubo un tiempo en que los humanos eran humanos, y los pájaros eran pájaros, hasta que los híbridos comenzaron a aparecer, y entre ellos dos razas, unos con alas blancas, caras y cuerpos de humanos, otros con alas negras, picos de pájaros y el resto de sus cuerpos humanos. 
Los humanos nunca supieron lo que estaba ocurriendo, somos los errores de los experimentos de un brujo atroz, quien nos arrojó al pantano para ocultarnos, su intención fue crear ángeles para proteger a los humanos, al final se les dio la misión de protegerlos de nosotros, pero nuestra presencia accidental, terminó convirtiéndolos en crueles criaturas, se les hizo creer superiores, con una misión, como si fuéramos demonios por haber sobrevivido al pantano, y proliferar. Crearon grandes cárceles para ocultarnos del ojo humano, fuimos perseguidos, se nos prohibió volar fuera del pantano, se pretendió extinguirnos, hasta que las cárceles sirvieron para comenzar el cautiverio de nuestra raza, de nuestras alas, peor que lo que los humanos hacen con sus canarios, te privaron de tu libertad, de la que te ha estado protegiendo tu ángel guardián criándote en esta cárcel.
-Vamos al pantano?- preguntó el joven pájaro, mientras irrumpió entre la muchedumbre un grupo de ángeles de alas polvorientas y sangrientas, disparando flechas con fuego blanco y asesinando sin mucho esfuerzo a los hombres pájaros que intentaba abrir la jaula.


Su ángel guardián volvió a vigilarlo por un par de días sin pronunciar una sola palabra, metió una vara entre las rejas para señalar el trabajo que le quedaba pendiente al joven pájaro, pero durante día el pájaro Olof no pudo levantarse de su cama, después de presenciar lo que había ocurrido. 
Con el tiempo comenzó a temer que volar sólo sería una ilusión, permaneciendo quieto en la cama durante semanas, imaginó un pantano repleto de libres hombres pájaros volando a la intemperie del viento y el aire súbito.
Ya no quiso trabajar, hasta que el rudo ángel Damián se rehusó a proveerle de alimentos si él no le dirigía la palabra.
Fue cuestión de hambre hasta que volvió a hablar, le dijo a su ángel que su vida detrás de las rejas, ya no era más que el sueño del amigo imaginario de un ser humano, sus esperanzas se habían reducido a la espera de la hora mágica del sueño, cuando las realidades convergían y Olof despertaba, en coincidencia, a pesar de sus confusiones y de sus dudas, su curiosidad se condensó.

El invierno ya había llegado a las frías cárceles de hombres pájaros, y el mismo ángel de alas sucias y mirada benevolente se acercó a poner en el plato de Olof unas verduras horneadas irresistibles al olfato, cuando el joven hombre pájaro le preguntó sin esperanzas porque no lo dejaba ir de una vez.
En un acto espontáneo de intrepidez, Damián estrechó su puño cerrado hacia dentro de la jaula, y palma arriba desenvolvió una llave oxidada y vieja, la cual Olof repentinamente picoteó con desesperación.
-Mi libertad- dijo Olof.
Pronto el ángel sintió la adrenalina de la mirada desafiante de Olof enfrentarle, y tan rápido como su pensamiento llegó a su mente el pico de Olof estaba hiriéndole la garganta.

En su vuelo hacia la salida de aquella cárcel liberó a algunos pájaros que a su vez liberaron a otros, hirió a cada ángel que se interpuso en su camino, derribó cada portal, hasta saborear la la violenta victoria de su revancha.









Pugna con Adrián









Al despertar, contempló a Adrián desayunar, mirando la televisión, y una vez más en su existencia se preguntó como podía ser imaginario y parte de un mundo real con seres reales al mismo tiempo, y como era habitual como podía estar de repente o no estar estando?

Por la noche su instinto conejo volvió a alimentándose de las emociones y el conocimiento de su consciencia expandida, abrazando esa misma sensación de libertad que luego lo arrullaba, tuvo el augurio de un momento de perfección.

Fue en un parpadeo que se despertó en la terraza de una catedral, y desde allí podía ver la completa invasión de hombres pájaros en la ciudad, y en el horizonte se veían llegar cientos mas, arribando sobre los techos de todas partes.
Los humanos se habían refugiado en sus casas, pero el pájaro Olof comandando la revuelta, solamente quería encontrar al gran Mago que los había creado.

Cuando el sol ya se perdía en las orillas del cielo, los hombres pájaros recitaron un chirrido distorsionado que atemorizó tanto a ángeles como a humanos, de quienes se oyeron sus llantos, quizás con inmensa intensidad, traspasaron sus propios sentidos, mediante los cuales Olof les ordeno y alentó a llamar con sus voces lloradas al misterioso gran mago.

-Entreguen al brujo!- gritaba la muchedumbre de pájaros hombres hambrientos.
-Queremos al Mago que nos privó de nuestra libertad de volar!- se oyó decir a gritos crujientes con la melodía quejumbrosa del enfado común entre los oscuros seres aéreos espetada en las ventanas de los humanos, hasta el amanecer.

Justo cuando entre las sombras de los árboles las hojas comenzaron a moverse, el sol que se asomaba quedó eclipsado ante la sombra inmensa de cientos y miles de ángeles heridos, que decidieron unirse a la causa de sus parientes pájaros.
Olof estaba preparado para la verdad, y sin embargo un cansancio inmenso se apoderaba de su cuerpo y su mente, y fue el momento apropiado, cuando Damián lo encontró entre las multitudes, y con las alas y el cuerpo ensangrentado se sentó a su lado y le dio un regalo, un alta voz.
-Nuestro crímen?- Alegó Olof furioso, por haber tenido que luchar contra un rival que siempre lo había protegido, que habia sido siempre su amigo- Nos has arrastrado a hacia él antes de que existiera!... porqué invalidar nuestro vuelo? Porqué enfrentar hermanos unos con otros como si fueran nuestro rival?
Olof no era el único entre los seres aéreos que ocupaban los techos de la ciudad que ya incorporaba entre las plumas de sus alas lastimadas los pocos movimientos y posturas que le proporcionaran la exacta posición en la que se quedaría dormido en menos de lo que se precipitaba el eclipse provocado por la sombra nueva la del mago, audaz o mordaz, o las dos cosas, que los había creado.









El Eclipse del Mago









Se durmió sin poder continuar su interrogatorio, al despertar,  su amigo Adrián hacía burbujas con detergente, le dijo en voz baja:
-Estos son los trucos más importantes.
Olof sin saber cómo, fue tomado por las orejas, se había hecho del tamaño de un conejo real, sus ojos se volvieron rojos, Adrián lo metió en su galera negra, con el descaro de quien hace un truco visual, y se llama mago.
El publico lo aplaudió como se aplaude a cualquier mago de funciones baratas, una señora entrada en la tercer edad comentaba a su hijo lo fascinante que le resultaba que un simple truco la hiciera sonreír, imaginando los engaños con que podría haberle hechizado aquel hombre sobre el escenario.
El hombre que acompañaba a la anciana, miró a Adrián, buscando una cierta complicidad con su descreimiento en la mirada de los ojos de éste, cuando de  pronto desde ellos vio imágenes proyectarse hacia afuera:
Hombres pájaros volando, alejándose de las catedrales, libres para siempre, ángeles casi indestructibles, resaltándose en el contraste de sus tonalidades los unos con los otros, compartiendo sus lechos, sus ciudades, sus pantanos y su pasión por el vuelo, ahuyentando a los humanos de una ciudad que decidieron quedarse y habitar.
Conejos saltando hasta otros universos, y aquel que desapareció en la galera de Adrián presenciado en puro silencio, el hombre se preguntó si los demás espectadores habían visto lo mismo que él acababa de ver, pero se limitó a seguir en aquel encantamiento, en total sincronía con el movimiento simultáneo del resto del aplauso publico, sin errores, se hizo la magia, y cuando frente a los ojos de todos, Adrián desapareció, todos sus mundos reales e imaginarios, se guardaron en su galera en el recuerdo de un pájaro que salió caminando, sin volar, entre los pies de la gente del publico, sus voces mezcladas y los asientos del teatro.





Ismael u.V


6 comentarios:

  1. Amigo mío,

    Me ha emocionado leer un cuento tan bien escrito, muy bien escrito.

    Y me ha emocionado mucho más leerte libertad. Es que al final somos en la medida que somos libres.

    Abrazos.

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    1. Muchas gracias Delfín! Me alegra tu elogio, de verdad, y me alegra que seas el primero en haberlo leído!!!
      Un abrazo

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  2. estuve espiando a ver si publicabas. lo imprimo. lo leo tranquilita en casa y vuelvo. te quiero mucho

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    1. Gracias Anita! Me encanta tenerte acá, espero por tu opinión, me importa mucho :)
      Un abrazo grande, te quiero!

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  3. :)

    lo leí al fin! esta lindo pero me resulta confuso
    igual respeto lo que sea que intenta decir el cuento!
    lo bueno es que nunca leí nada parecido antes! :D

    un beso!
    :)

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  4. vaya permitame dejarle, luego de mas de nueve lunas, un coment, en esta exposición, absoluta, de lo absoluto!
    gracias
    un saludo,siempre
    lidia-la escriba o escribidora


    blog actualizado, el mio , se supone, aun cuando usted no es de comentar, pero bue...le cuento!

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