domingo, 22 de enero de 2017

Rehacerse

Soy un hombre parado
en medio del camino,
observando las montañas
entre la tierra y los sueños,
entre las huellas de la luz,
y las estrellas de la oscuridad,
voy cruzando el desierto
de este corazón solitario,
descubriendo la belleza
de lo desconocido.
Tal vez un rato más
pueda existir en algún otro mundo,
o puedo desaparecer por ahí
y nunca regresar.
Puedo drenar el dolor
hasta que parezca ausente,
arrastrar los espacios inconscientes,
los momentos que ya no están
dejarlos hundirse,
puedo cruzar este mar
que parece no terminar nunca,
atravesarlo, sobrevolar,
con mis alas, como un halcón.
Estoy perdido aquí
pero no habrá quien venga a buscarme,
no siento nada,
excepto un vacío muy grande adentro,
y es mejor así.
Las luces vinieron a llevarme,
el infinito se quiere quedar conmigo,
como una especie de amigo
cuya presencia es incomprobable,
pero necesito abrir las puertas
de ese lugar en mí
hacia donde jamás he avanzado.
Porque las puertas del pasado
no están abiertas ya,
no quiero hablarle a un Jesús
colgado en alguna pared.
Sé que guardar es matar,
y ya basta de daño,
hay que aprender a olvidar,
aprender a amar otra vez,
dejar toda una vida para siempre
si es necesario,
con todo eso que di,
con todo lo que hice y recibí,
tendré que aprender a "ser" otra vez,
tendré que aprender a encontrarme
sin querer escapar.
Abrazarme,
ser el propio camino.




Ismael u.V



2 comentarios:

  1. hay que atreverse a reconstruir la luz, la luz que abre nuevos mundos y construye lo que para el ojo es invisible. no una luz religiosa, sino la luz poética, esa que permanece oculta en la palabra y en el pensamiento. la luz natural, no la de los rincones, la de la espacialidad infinita: la luz del pájaro y la de la tarde.
    Saludos Ismael.

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